lunes, 18 de mayo de 2020

Un recorrido con pasos históricos

Cultura, arte.



El comité de Centros Culturales de Tegucigalpa y Comayagüela, ofrece al público, tres veces al año, un recorrido por todos los centros culturales de la capital.

 

Tegucigalpa. Bajo la frescura y calidez de la alborada, emprendí camino por las abandonadas avenidas de Comayagüela y las pintorescas calles de Tegucigalpa, en un recorrido que me llevó a las diferentes edificaciones que forman parte de nuestro patrimonio cultural.

 

El reloj daba las 10:00 de la mañana, cuando con María de los Ángeles, mi compañera de viaje, y junto a un peculiar grupo de personas, quienes llamaron mi atención porque entre ellos dialogaban en francés. Nos subimos a un autobús asignado para la “ruta A”, el cual nos trasladó del Centro Cultural de España en Tegucigalpa (CCET) a los centros culturales ubicados en Comayagüela.

Durante el trayecto, un fétido olor a desperdicios y aguas residuales, nos dio la bienvenida al centro de la capital, donde observé el deterioro provocado por el paso del tiempo en las calles y áreas recreativas, como el parque Valle y el parque Herrera, dejando en evidencia el poco interés por parte de las autoridades en la conservación y su mantenimiento.

Pasadas las diez, el bus se estacionó en frente de nuestro primer destino, El MUA: Mujeres en la Artes, un pequeño edificio de dos pisos, con una fachada frontal de piedra y una angosta entrada, ubicado en el barrio la Plazuela.


Mujeres en las  Artes (MUA)

Al entrar, nos recibió una mujer de contextura robusta y de mediana edad, tenía ojos color verde como las hojas de un árbol en primavera y un amable tono de voz. Ella se encargó de darnos una prevé introducción de las exposiciones de artes plásticas mostradas en el lugar.

Posteriormente, con la ayuda de una muchacha, pudimos apreciar la exhibición “Huellas Resilientes” de la artista, Kathy Munguía, la cual se trata de como los seres humanos procesamos la muerte de personas importantes en nuestras vidas.

 Escribir un deseo en un listón de tela y dejarlo amarrado en la fachada del edificio, fue la última actividad que realizamos en el MUA, luego nos dirigimos a nuestra segunda parada.

 Las cenizas hechas arte

A las 11:20 de la mañana, llegamos a las ruinas de lo fue el Museo del Hombre Hondureño (MHH), el cual se quemó totalmente el 29 de noviembre del 2017. Actualmente, el artista, Adonay Navarro, utilizando los restos materiales del museo, creó una obra llamada “Paisaje Voraz”.

 

Restos del Museo del Hombre

Por la falta de techado, alcé mi vista y pude divisar un hermoso cielo azul y los rayos del sol cayendo sobre lo que quedó de la “casa de los amigos del país”, como históricamente se le conocía, a la vivienda de Ramon Rosa, la cual posteriormente se convirtió en el MHH.

 Entre los escombros, se pueden encontrar algunas páginas de los libros que formaban parte de la biblioteca especializada en arte, Reina Sofia. Las paredes resquebrajadas emiten un ambiente nostálgico y lúgubre, en donde al cerrar los ojos, pareciera escucharse el sonar de un antiguo piano de cola.

 Nos despedimos de aquel lugar, con la misma dinámica de pedir y escribir un deseo, para dejarlo atado a una escalera de caracol, que en sus mejores condiciones daba a un ático, en donde guardaban cosas para el mantenimiento del museo.

 Nuestra tercera parada, el Museo para la Identidad Nacional (MIN), fue el centro cultural más grande que visitamos, considerado como un lugar de gran valor histórico, arquitectónico y paisajista.

Museo de la Identidad Nacional (MIN)

 

Mi compañera y yo, comenzamos a sentir hambre, un indicativo para darnos cuenta que ya eran las 12:00 del mediodía, como no había donde comprar algo para disgustar, nos dispusimos a seguir el recorrido.

 Al ingresar, un vestíbulo no tan largo, en donde a mi izquierda estaba una elegante cafetería y a mi derecha una pequeña tienda de souvenirs(recuerdos), daba paso al resto de la estructura de estilo colonial. El diseño de un techo translucido permitía que la luz natural entrara e hiciera una armoniosa combinación con el color amarillo que predominaba en todo el lugar.

 Para el público, estaban disponibles nueve salas artísticas, en la cuales observamos una variedad de pinturas y esculturas de diferentes artistas. Aparte de las áreas de arte, estaban dos piezas dedicadas a la historia de Honduras, equipadas con material audiovisual y tecnologías táctiles y 3D.

Al terminar de ver todo, volvimos al lobby y mi estomago suplicaba por comida, con justa razón, puesto que ya eran las 1:30 de la tarde. Contra el tiempo, fuimos a comprar unas hamburguesas para menguar el hambre en el camino. Luego, nos subimos al autobús para regresar al CCET, ya que habíamos terminado de recorrer la “ruta A”.

 

El camino “B”

 

En esta segunda parte del recorrido, denominada la “ruta B”, visitamos los centros culturales ubicados en Tegucigalpa.

Como si volviéramos a comenzar, nos subimos al autobús asignado para esta travesía, con la única diferencia que íbamos con otro grupo diverso de personas, a mi parecer un tanto irritantes y bulliciosas.

Nuestra primera parada fue la Alianza Francesa en Tegucigalpa (AFT), un pequeño local, con un aspecto más contemporáneo, en comparación con las estructuras de siglos pasados en Comayagüela. Solo había una sala de exposición de artes plásticas y pintura de relieve. Al bajar unas escaleras, encontramos un mini mercado, donde vendían productos artesanales, como jabones, bisuterías y comidas típicas.


El tiempo pasó muy rápido y cuando menos acordamos, el reloj marcaba casi las 3:00 de la tarde. Rápidamente, salimos de la AFT y emprendimos camino hacia el Instituto Hondureño de Cultura Hispánica (IHCH).

 Un portón abierto de par en par, le permitió al autobús pasar a un amplio estacionamiento, era claro que ya habíamos llegado a nuestro destino. A simple vista, me pareció estar en una hacienda por el estilo de la casa y el amplio lugar donde nos parqueamos y la frescura que ofrecían los árboles alrededor.

 Por un sendero empedrado caminamos hasta llegar a la entrada del lugar. Era una sola y espaciosa sala, donde en sus paredes y bajo una luz tenue estaban expuestas varias pinturas de todos los tamaños y diferentes artistas, en algunas esquitas encontramos algunas esculturas y tallados de madera. Al acabar la secuencia de las obras artísticas, pasamos a un corredor tan extenso como el lugar donde el bus se parqueó, en este lugar también nos encontramos con un mini mercado, solo que con productos más diversos.

 Después, nos dirigimos a nuestra penúltima parada, Chiminike, un lugar de recreación para toda la familia (más para los niños), donde visitamos varias áreas con distintas temáticas, fue como volver a la infancia y sin duda, sigue siendo un lugar fascinante.

 Lastimosamente, no teníamos mucho tiempo para quedarnos, puesto que el recorrido ya estaba por terminar y para ese entonces eran las 4:30 de la tarde. Nos subimos nuevamente al bus, el cual nos llevó de regreso al CCET.

 Y como dicen por ahí, “todo termina donde empieza”, por ello, nuestra última meta, fue el Centro Cultural de España en Tegucigalpa, donde apreciamos una exhibición de fotografía “Mujeres que migran”, en honor a las feminas centroamericanas que por múltiples situaciones se ven en la obligación migrar a otros países, en especial a Estados Unidos.

 

De esta forma, en punto de las 5:00 de la tarde, culminó nuestra exhaustiva, interesante y muy colorida aventura por los centros culturales de la capital. Considero importante y necesario que todos los hondureños, nos informemos y familiaricemos con nuestra historia y cultura, nos pongamos en contacto con las diferentes expresiones artísticas y valoremos el talento de los muchos artífices que tenemos en nuestro país.

 Más allá del conocimiento adquirido, mis observaciones y descripciones plasmadas en este texto, me guardo para mí, las emociones y sentimientos que percibí de cada una de las obras que aprecié, sin duda, es una experiencia que volvería repetir. A través de arte, nos damos el lujo de “caminar con la cabeza y soñar con los pies” y que, aun así, todo siga teniendo sentido.


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